¡Ay amor! ¿por qué te cansas?,
quédate como en primeros episodios.
¿Soy yo, acaso, que no alcanza
a motivarte en medios estadios;
o acaso, clavaste tus alas en alambras,
viscitudes que no hallaron madrugada
y murió tu noche apasionada?
¡Ay amor! ¿por qué te cansas?
queda desilusión ingrata
a almas en que te gastas.
¿Es ella acaso quien traspasa
tu corazón con quejas y con líos;
O acaso un volcán de errores
volcó su lava en las laderas del idilio
y quemo tu luz, tu brillo?
¿Volverás si hablamos los dos
a renovar tu fuego activo,
de nuevo anidaras en nuestro lecho
al reconocer culpable nuestro hecho?
No te canses amor en condonar;
que no te canse amor a ser lo que antes era,
y en tu misericordia reenciende nuestra hoguera. Fin
Isaías González Arroyo