Dejé mi casa al norte, confín de líquenes y musgos,
haciendo esquina entre la avenida de la hulla y el bulevar de las espigas.
Puse mi frente a barlovento, y ya de noche eché a andar hacia el mediodía.
Llegan del mar plurales voces ungidas de colores y aromas a achampanadas espumas.
Huele el verano a mardi gras tardío. Un orfeón de constelaciones vapea añiles humores.
Uniformados cual monásticos cardúmenes, metales y maderas desfilan a los sones de \"Waltzing Matilda\".
De las calles emanan olores de hidromiel que el aire regurgita en confeti y serpentina.
Sobre la barra del penúltimo bar se acoda un si bemol en la penumbra vestido de licor y ambrosía.
Una embozada vestal de oblicuo ombligo escancia el vino.
A párpado cerrado, un piano tartamudea una lisérgica bossa nova.
Podría jurarlo, el piano de Tom Waits nunca ha bebido.
\"Pájaros de niebla\" (2022)