Siempre dude de la poesía
que recitaban tus labios
dulces y llenos de miel;
pero jámas pensé en la amargura
de tu corazón que ahondaba heridas
sin razón; y que en ves de dar
rosas dan espinas que corrían
junto a aguas cristalinas.
Pero fue tu superfluo silencio
que cohibía tristezas de un mar
solitario que quema recuerdos
de una inefable dueto,
donde no había más que una soledad
de dos seres que querían amar...