Al abrigo de tu sensación, no temo al frio,
no temo a desdichas e infortunios.
Si te respiro amor mío, yo vivo;
hay para mi bálsamo alivio.
Al abrazo tuyo me embeleso
pierdo dimensión y piso;
si lo acompañas con ese rico beso.
Amor conozco el cielo,
si tu cuerpo es mío, ahí llego.
Y como me elevas a Dios, pronto le digo:
¡Gracias Señor por el amor prodigio!. Fin.
Isaías González Arroyo