La mujer decente debía permanecer siempre
al margen del mundo, encerrada entre los muros
de su propia casa o del templo.
—Sta. Teresa de Jesús.
La mujer, soporte,
suelo, sostén, esencia,
sortilegio, sinsabor, desinencia.
La mujer, decencia, casa,
hogar, reminiscencia, locura,
inmortalidad, obediencia, frescura.
La mujer, receptáculo,
cuenca, desembocadura, presencia,
un fustigarse constante, a prueba,
Minerva en su ciencia, Yocasta
en su soltura y maneras, origen
y prinicipio de enamoramientos y Edipos.
La mujer, útero inefable, sentimiento.
La mujer, cuna y sábana recién planchada,
merienda de pan y chocolate, beso
en la frente de mañana, colegio y enseñanza.
En la mujer la madre Naturaleza
deposita la semilla, el cuidado de la especie,
una especia que da sabor a lo insulso,
a la cal que ácida rocía el día a día,
al transcurso de lo de siempre,
y también chispa, Coca-Cola y Fanta.
La mujer, manta, abrigo, nido y sintagma.
La mujer, que espabila pronto
porque pronto debe tomar el cometido
de dar continuo a una humanidad
que hace aguas, y que se resiste a los tiempos.
—Esto último se me ha venido porque viendo
un programa de cantantes niños y adolescentes
constato la superioridad manifiesta de las niñas.
No sé que más poner...