EL JUEGO DEL AMOR HUMANO Y DIVINO
EL ECO DE AQUELLA VOZ…
Los días que eran felices,
Que ya están en desacuerdo
Para que yo hoy analice?
Morando en pueblo natal.
¿Fue en la mente la caricia
Del halo oculto eficaz
Que indicó el mejor camino
De entregarme a lo divino?
Y al seminario llegué.
Un no muy viejo edificio:
Gruesas y frías paredes,
Pasillos y dormitorios
Y clases cuadradas grandes…,
Imponía a los rapaces.
En esa triste mansión,
Que alegra con ilusión
La juventud que la habita.
La oración, en el invierno,
El trabajo, en el verano,
Para a mi padre ayudar
Y en el campo trabajar.
TRANCE DEL AMOR “DIVINO”
Con esperanza busqué,
Para con Dios encontrarme
Sin saber a quién confiarme.
Sobre los temas divinos
Que los seguí cual destino,
Sin pensar en más caminos:
Haciéndome “fiel adepto”.
No quiero lejos vivir.
Desde nacer, es morir.
Quiero vivir, si es posible,
Pudiendo amar sin morir:
Vivir deseé la ascética,
Olvidándome la mística.
Difícil de conciliar:
La “mística” es lo divino,
“ Gracia que concede Dios”,
Concepto ya “irracional”
Con visiones similar:
Símbolo de lo irreal
Que es el delirio mental.
Sólo posible alcanzar
Con sacrificios enormes
Que deterioran el cuerpo
Y a la mente flaquear.
Tan sólo seguí lo ascético
En el amor terrenal.
Me falta tiempo en morir
Y cumplir lo desear.
En mi pecho yo grabé
Y en mi mente reflejé,
Que me sirvió de motor
En la senda del amor.
De universo creador,
Dios se me mostró evidente
Por las huellas del amor
(Y los ojos de la fe):
Su presencia fue en mi mente.
Quien la muerte deseara,
Pensando mejor que viva
En unión perfecta a Dios
Es caridad “perversiva”,
Es ególatra sincero.
Pues morir siempre elimina.
Lo difícil fue vivir
Para el calvario sufrir.
Fue la voluntad del Padre:
El cáliz no ha de eludir.
Si a Cristo quise imitar
Sus pasos debí seguir.
Pues sujeto está al madero
Con tres clavos oxidados
Que en mi mente reflejé.
Mora en “sagrado joyero”
El Cristo “sacramentado”,
A quien siempre me entregué.
Para ayudar a mi hermano
A que Dios haga subir
Hasta el cielo de su mano:
Fue la entrega de servir
Al divino Dios humano.
PÉRDIDA DEL AMOR DIVINO
Abrasó tan fuertemente
Mi sensible corazón
Cuando en uno se fundió,
Convertido en “leño ardiente”
Con aquel humano amor ?
“Ni del caballo caí”
Ni confundí la ilusión.
Fue que la ventana abrí
De pura investigación.
El negro velo apartó,
llegando a la conclusión:
“De que todo era ficción”.
A través de sus gurús,
Exigen crueles acciones,
Privaciones implacables
Y exalta el acto execrable
Para aplacar a sus dioses.
Me faltó su clara voz.
¡Perdóname si no supe
guardar tu divino amor!
Mi yo ha quedado vacío,
Del alma en algún rincón.
Y que he perdido el suspiro,
Es ya que mi corazón
Guarda silencio total,
En la vida del Señor.
(“Los muertos guardan silencio”
Como Dios en mi oración).
FIN.