Vengo aquí para contarte,
para decirte que tus zapatos siguen
donde los dejaste,
para decirte que
siempre olvido traerte flores.
Vengo a contarte
que ella todavía te llora
en las mustias tardes
mientras teje mantillas
para distraer tu ausencia.
Vengo a contarte
que ya camino como tú,
que se cansan mis piernas;
que ya tengo el timbre de tu voz
que jamás devela el dolor del alma
y que me tiembla la mano
cuando tomó el café
-igual que tú cuando
se acercaba el final-
Vengo con noticias
de tus nietos lejanos y adultos (tristes)
Vengo a contarte
que corté las acacias
y que ahora la casa de campo
la habitan las goteras y las arañas.