Golpe de mar

Titiriteros en quiebra

La capacidad extraviada de los lazos en el desenlace.

Ensordecidos los tantanes de tu corazón y de la tribu.

 

La artimaña y el esperpento,

huérfanos de toda bendición y miramiento.

 

Vendidos al mejor postor del viento dominante.

Acallados de todo raciocinio humanista, humilde, ciudadano.

 

De todo eso me harto...

 

Secuelan úlceras y arrugas prematuras.

 

Mi veneno se cocina con vapor de sangre coagulada y se activa catalizado por lágrimas tupidas.

Es cuando se corroe hasta el tuétano la opción de no mirarlos a la cara, sin antes desearles un funeral vacío.

 

Siempre fue así, siempre doble filo.

 

Intento no ser yo el que primero use la muela, y soy coleccionista del envaine.

 

Puestos a perder, suele darse que el que menos tiene es el que más arriesga.

 

Yo sólo tengo mi palabra y mis cojones.

 

No te acerques, patacabra, o te apalanco.

 

Acostumbrado a no tener, la domesticación se hace imposible.

 

Pasa de largo y vete, tábano,

a alimentarte de otros ganados de razas más mansas y asequibles.