gaspar jover polo

Y LUEGO, AL OTRO DÍA, Y COMO ARREPENTIDO

 

Y LUEGO, AL OTRO DÍA, Y COMO ARREPENTIDO

        

Ya había corrido mucho

aquel día de gran actividad, y había quedado

un tanto decepcionado

y como sin brío,

como un corcho flotante a la deriva.

 

Y luego, al otro día, y como arrepentido,

salió temprano,

dejó aparcado el auto

al pie de una ladera, y ya solo le quedaba

por delante caminar, subir, bajar,

abrir un largo etcétera

de cruces de caminos y senderos,

de colinas que se montan

las unas en las otras,

abigarrado núcleo, lúbrico montón,

del que solo sobresalen los lomos de las cimas.

 

Qué a gusto caminar dando traspiés,

caídas cada tantos metros, siempre eufórico,

por toda la mañana a paso rápido,

sin miedo al revolcón, a la fatiga,

al dolor físico,

al viento de repente golpeando con dureza.

En unas circunstancias similares

no se ha visto:

tentado por doquier por simas

y barrancos, conducido por ásperos circuitos.

No lo cercan

los malos pensamientos:

liviano se conduce por todo el territorio,

sin cojera ni asomo de cojera.

 

Patria ideal, la altura,

el largo valle, las colinas en fila,

sucediéndose,

los riscos erguidos al frente del ocaso.

Y al final de trayecto,

la promesa de un nuevo día fresco y bien oliente

con la blusa entreabierta

a todos los sentidos corporales.

 

Le quedaba aún por delante

el misterio de lo nunca pisado,

el reducto inexpugnable,

la empinada próxima ladera,

y el uso de la fuente que apenas sobresale,

más el dulce dejarse caer al otro lado.

Podría apresar lo indefinido,

algo así como el concepto,

la hipótesis, el pálido reflejo

de un concreto más allá

aún invisible

 

tierra hostil donde las haya, muro

alto pero a la vez risueño,

pasillo entre dos paredes de peña verticales.

Caminar en bucle,

o más aún, perdido entre la niebla

de pronto desplegada sobre el mundo.

 

Allá arriba, a un paso de la cima, no se queja,

al tiempo que el rey sol

desgasta todo el día, todo el año las formas naturales.

Al tiempo que el pico más alto y más escurridizo

otra vez se levanta, otra vez se hace visible

en lontananza.

 

 

Gaspar Jover Polo