Una uve rasga oxígenos azules
con sus aleatorios aleteos
y pausados relevos y volteos
en el seno de armoniosos circules
y se aleja huyendo de enjaules
o de esos atávicos tiroteos
de iletrados en busca de trofeos
que irán a parar a sucios baúles.
Y, en el turnarse, miran hacia abajo,
viendo su reflejo en la carretera,
en forma de rueda, sol y sombrajo
y un pedaleo que se acelera
para poder competir a destajo
con alternancias en la cabecera.