Nunca dejes que amor te vuelva ciego
ni te amarren sus plácidas cadenas;
tu disfruta su encanto y dulce juego
entre copas de cálidas verbenas.
Si te ofrece sabor de vino griego
o los cantos de homéricas sirenas;
emborracha tu espíritu con fuego
y que vibre la sangre de tus venas.
¡Vive siempre el amor que proporcione
un incendio con lumbre encantadora;
que te lleve en sus alas hasta el cielo,
pero nunca permitas que aprisione
de tus versos su esencia soñadora,
en sus redes, que son de terciopelo.
Autor: Aníbal Rodríguez.