Bienaventurados ustedes,
desdichados los que sufren
a quienes con el temor se funden
pues cuando de impíos libre este mundo
saldrán debajo de mis alas los que creyeron,
los que en mi buscaron resguardo,
yo vigilante, paciente esperando
llegue el momento aguardo.
No desesperéis, no penséis que es duro
el castigo que imparto,
pues solo arremeteré contra los de fe faltos.
No habrá manta que pueda
cubrir la vergüenza en sus rostros,
rostros llenos de asombros,
rostro que ya desconozco.
Terrible fuego eterno,
brasas consumirán sus cuerpos
en agonizantes dolor intenso.
Aves carroñeras
los despellejaran aún humeantes.
Rechinar de dientes constantes,
insectos, gusanos por todas partes,
tú, cadavérica figura corrupta,
suplicante dirigirás oraciones ante mí,
pero ya tarde.
Acepta tu destino no seas cobarde,
no habrá muerte que te arrebate del dolor,
el dolor te arrebatará la muerte,
solo existirás en un continuo
momento único de pena avasallante,
pues, aunque lo anheles,
tu agonía a partir de ahora
ni por un instante, podrá pararse.