No puedo borrar aquel matiz,
color de tus ojos inolvidables,
ni me creo que sentí lo feliz
de la esperanza cerca de mí,
emoción única, inexplicable.
La mascarilla más fijos los hizo,
nadé en ellos, me sumergí,
frío por mi piel por el erizo ,
las mariposas en vuelo y aviso
de amor… del corazón que te di.
Confianza, de, en tus manos ponerlo,
por esos cristales con su sinceridad,
mirada fija que remarcaban bondad
y que al final, no puedo creerlo;
tus manos dejaron caerlo,
en un abismo, del que no saldrá.
Melancolía de piano sonora y alta
resuena en el alma con cada nota,
y la conmoción involuntaria explota
lágrimas, al hacerme exagerada falta,
tu voz, tu presencia y sobre salta
esta tristeza por tu vida ignota.
Vacío, que enterada ya, alimentaste,
intensificaste, agrandaste, lo expandiste;
aún duele y no creo lo que hiciste,
después de confiar en las pupilas que mostraste,
me dejé llevar por cómo me miraste,
nunca observé tu interior, que es lo que fuiste…