Otra vez llueve...
pero está vez con ímpetu, con fuerza,
con la violencia que se desata de repente
en las tormentas de verano…
Llueve a cántaros…
las plantas se doblegan por la fuerza del viento...
El granizo arremete sin piedad
a los jazmines del patio...
Mis perras rasguñan la puerta
pidiendo entrar, y buscan las proteja…
Comienzo a sentir frío,
y busco abrigo,
el ruido se acrecienta...
Miro hacia afuera
y es un gran caos
de hojas dispersas,
heridas por las piedras…
Sigo observando el diluvio
desde mi ventanal
y allí la veo...
no sé si está llorando
o es la lluvia que la moja
dándole un aspecto tan triste
que la oscuridad del día
parece que vino a acompañarle…
Y me gana la angustia…
Quiero salir corriendo en su rescate
quiero ir a socorrerla...
pero me quedo quieta,
paralizada, muda, inerte
como una roca que nada siente…
Está allí tan indefensa…
tan triste...
tan sola…
¿Será porqué te fuiste?
¿Será porqué presiente que la amas
más no te animas a decirle?
¿Será porque cada mañana
se asoma a ver si vuelves?
¿Será porque se da cuenta
que la vida es un camino de ida solamente?
Sigo sintiendo frío…
pero un frío que viene desde adentro
cómo si lo que da calor ya no estuviera…
hay un vacío en su lugar…
Sigue lloviendo…
con fuerza…
con violencia…
cómo si nunca fuera a terminar la tempestad…
Y yo sigo aquí…
detrás de los cristales sin poder reaccionar…
Pasan las horas y al caer la tarde
Comienza a formarse una certeza…
un pensamiento fatal…
\"Alma mía perdón, no puedo ir a buscarte…
Presiento que estoy muerta”...