Me desperté con la mirada hacia la ventana
Al final de mi nariz vislumbré una estrella
Como si fuera la única centella en todo el manto.
El miedo por la pesadilla aún rondaba en el cuarto
Lo respiraba como disparo a quemarropa,
Mi corazón parecía querer escaparse,
Quizá quería esconderse, hasta que todo disipase.
Le busqué... A no se quién, le llamé sin decir un nombre,
Le quise extender los brazos a alguien cuyo aroma nunca Había sentido,
para que me tomase en consuelo...
El miedo se volvió frío, y la noche se tornó lila,
Allí seguía el pequeño punto tenue. Al final de mis pupilas.
Vencida entre perlas saladas volví a cerrar los ojos.