Pobres de nuestras manos
buscando hacer nudos nuestras vidas,
cobijando como en nidos vacíos
nuestros efímeros extravíos
arrastrando como duro lastre
los recuerdos que no logran aun
borronear los recurrentes olvidos,
que cual senda milagrosa ha dado cabida
a tantas otras muchas cosas,
ilusiones que se abren de pronto
y se secan igual, como una rosa.
¡Cómo extraño en la zona
de tus dunas y tus maremotos
el beso que se alzó inquebrantable!
Cual comunión de dos mundos,
mundos que en sus chispas arrasaron
con la ética y los moralismos
en una conjunción de solo: existencias.
¿Por qué tuvimos amor que amasar también
los tormentos, las cobardías y engaños?
¿Por qué no dejamos totalmente de lado
las conciencias que precipitaron
nuestra terrible agonía?