Mi voz, como mundo
se ha roto, se ha roto
y ha dejado esquirlas
que golpea el tiempo furibundo
secuencias lineales de surcos en tierra
sueños destrozados por la materia galopante
que derriba músculos y añora mis huesos
testiculares, donde aprendo
la simultánea voz de los aprendices.
Llevo demasiado tiempo
sombra y sombra, desnudando
la mentira del procaz inaudito,
me han vestido con maletas
los orificios de la sangre, viajo
sin infancia. Mi voz, de otro mundo
rota en mil pedazos, sombra que te sombra,
y río al olivar destruido. Me gusta
ese disparo seco de sienes, que agota
su espanto en la boca de los metros
y redonda mezcla la saliva de los fetos;
yo le dispararía a ese tronco sucio.
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