José Luis Barrientos León

Dormir a tu lado

Parecían cenizas descendiendo del cielo

posándose sobre nuestras pieles

casi doradas, llenas de arcoíris

que se reflejaban al caer la tarde.

 

Eran fulgores, luminosidades de astros

sucumbiendo en la dermis

abandonándose a la tersura de sedas

fundidas en abrazos que cubrían los sueños

claridades que mostraban por los espacios

de los cuerpos, entre sus cóncavos y convexos

 

Vahos como neblinas que inundaban el espacio

al fundirse los cuerpos, al brotar sus sudores

cuando el latido se agita y emanan las ansias

bajo el resplandor de los labios y los ojos que se abren

contemplando el deseo, cuando tus párpados se cierran

y se pronuncian las voces, en gemidos guturales

que fecundan el silencio

 

Tremor del mundo, de tu corazón en mi pecho

donde reposa la noche, ardiendo en su entrega

signos en las sombras de tinieblas que mueren               

cuando la sábana blanca nos cubre inocente

aflorando secretos de astillas que arden

y cenizas que nacen, sobre los cuerpos desnudos

 

Un crepitar de latidos, una tormenta en quebranto

el viento indomable que se filtra por las rendijas del alma

y el pestañeo constante como cándidas olas

para confirmar que estás quieta, asegurando que eres mía

cuando mis brazos se duermen al ceñir tu figura

y mi espíritu me abandona, para que mi anima te implore

Quiero dormir a tu lado,

y esperar la mañana para ser resucitado