En un barco de papel va el marinero en calma,
va remando en su imaginario, dos remos lleva.
Él siente que la tempestad está tomando su alma.
Suspira y su imaginación, es un mar de leva.
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Anclado a su barco sube y baja; y hay dolor.
No hay tiempo para miedos, él solo delibera.
No le asusta mucho el mar y sí su gran amor.
Se debate en silencio, sólo con los \"debiera\".
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Las olas que van y vienen, encrespan ese mar
que va soltando sus gritos, rabias y tormentos.
El cielo hace con su mar alianzas, desea cantar.
Nada de compromisos, son solo unos momentos.
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Se escucha de pronto, una voz angelical y serena:
\"...Marinero de Mar y Tierra, a mi trono has venido;
no has llamado por ayuda, pero tu dolor he sentido.
Yo soy aquella que, en tus sueños, has llamado Sirena.
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Marinero, ya tú no sabes ni de mar ni de amores.
Apenado volverás a estar si rompes las alianzas.
Ella, aún espera, y seguro no guardará rencores.
Pero, si no llegas pronto al mar, habrá venganza.
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Por favor, adelanta los remos no tienes excusas.
Es Sirena y conoce los secretos del Mar de Leva.
Ella sabrá que, a verla de nuevo, tú no rehúsas
y que la dejarás, aunque tú alma, lágrimas llueva.
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¡La fogosidad verdadera no reconoce diferencias
y entre Marino y Sirena, siempre hay indulgencias!