El mono y la ardilla, miraban la fruta.
Los dos la querían, sus tripas chillaban;
y en una zozobra, los dos se encontraban,
con una mirada en férrea disputa.
El mono colgado, la ardilla saltaba;
y aquel mono astuto, su cola movía.
La ardilla asustada, saltaba y corría…
la fruta madura, nadie la agarraba.
Pasaban las horas y aquello seguía.
El mono saltando, la ardilla mirando
la fruta madura, que iban deseando...
Cuando eso pasaba… un cotorro veía.
Llegó un momento que al cotorro escucharon.
Les dijo mediando, con un mal consejo:
«Sigan peleando, su pleito complejo…»
Cogió aquella fruta y sus alas volaron.
El mono y la ardilla, mirando quedaron
que el loro volaba llevando la fruta;
y ahora él contento, tranquilo disfruta;
y el mono y la ardilla… ¡después lamentaron!
Les pasa a muchos que viven peleando
por algo que creen, que también es suyo.
Pero en estos versos, yo claro concluyo:
«Unos van peleando… otros disfrutando».
Por eso el que a pleito constante se aferra
queriendo tener una fruta madura
otro es quien disfruta su rica dulzura
y el pleito promueve gestando la guerra.