Voy arrollando palabras como papiros,
y al desenvolverlas me arrullo en las pausas,
en los te quieros salpicados de tiempos
que se hacen infinitos buscándose.
Tal vez la presencia los haga inexplicables,
porque aunque se congelen en una poesía,
están en la mirada que quema y se duplica
hasta llegar a ser esencia y vértigo.
¿Quién no quiere caer en sus manos
si el amor sabe trepar en el verbo
y lo hace zigzaguear hasta en los silencios?
¿Quièn no se enamora si se sabe
que la felicidad no es un mito
y teje su historia como quiere?
¡Amor abre tus alas que voy a sonreir
hasta que me pienses en secuencias
y te pierdas en una carcajada!