Me dejó sin amor, sin corazón
sin luz, sin los ríos de la noche,
sin la sonrisa de la tarde,
sin las mariposas en el galope de la sangre…
Solo el aire oscuro, regurgitado
para la blasfemia, para resbalar,
para sufrir mucho…
Cargado de tragedias, ya no quiero nada;
No voy a ningún lado
También el hollín perdido, arrinconado,
con sus alas rotas, el café oscuro
frío y sonámbulo, amargo al amor;
También el aire ahorcado, pesado
como humo de aserrín de huesos
y el silencio entre las manos,
bordeando los ojos, creciendo en la saliva
de las copas…
Todo me recuerda.
Su nombre, sus pies mojados, sus manos
estremecidas
Todo me lleva a sus ojos
que me alcanzan siempre, cuando la luna huye
de la devastada noche
Todo me trae su nombre.
Todo me lleva a ella, deshilachado,
desnudo, con la vigilia de arena
en los ojos y el silencio vivo
cavando un pozo
donde se ha de enterrar mi corazón.