Te escribo porque me dueles,
Me abres la piel, las cicatrices,
Las tripas, y el café de la mañana
Me sabe a cenizas y lombrices.
Entonces te vuelvo poesía,
Acuarelas y olvido.
Porque estamos muertos.
Tu y yo, no estamos vivos.
Mezclo tinta, sangre, lágrimas
Un amor bonito que no fue mío,
Como tampoco el paseo y la brisa
De aquella tarde por el puente del río.
Y te escribo en pinceladas negras
De acuarelas, y de olvido.
Solo puedo arrancarme versos
Y cuando los extirpo,
me siento más vacío.
Las niñas estan jugando.
Mi café ya esta frío.
Y tu durmiendo en tu cuarto
De cortinados rojo martirio.
Ojalá cuando despiertes
No sepas quien soy,
Ni como me llamo,
Ni de qué te estoy hablando.
Prefiero morirme en tus recuerdos,
Que morir sintiendo como me apago
Porque este cáliz del amor mío,
No te alcanzó para llamarlo bonito.
Y tal vez, de pronto no recordarás nada...
Solo yo sabré quien eres,
Quienes fuimos, si es que fuimos, no lo sé.
Y me dirás: Señor, ¿por qué me escribe usted?
¿Qué es el amor sino solo recuerdos organizados?
¿Para qué quiero escribirte?
¿Para qué pincelarte cada mañana?
Es una muerte digna el olvido.
Tu, yo y mis acuarelas
Seremos tres desconocidos.
Claudio M. López