Parvo vivere.
—Vivir con poco.
Solo tu cariño me basta.
Fue entrar en Lobby y encontrarme con mi jefa —no sabía que me quisiera tanto.
Fue abrazarme, decirme que soy grande, decirme que me quería, que soy su Alberto
y que nadie me tocara ni estresara. Fue entrar y encontrarme con Jose, que me esperaba,
y con David a su lado, fue entrar en la pista a rebosar, fue encontrarme con otra chica
que me confundió con un cantante de un bar cercano, fue seguirle la corriente porque
me gustó su cara, fue ver después con la envidia recorriéndome las venas como se besaba
con otro que después me contó que era su marido, fue presentarme a otro chico y entrar
en su grupo de amigos; pero me fui porque otro grupo me esperaba, el de mi jefa y sus
amigas y el de Jose, con quien quedé por guasa.
Fue empezar con buen pie la noche y disfrutar del cariño de todos los que me rodeaban.
La vida me hace caso, me da lo que le pido en silencio y le estaba pidiendo cariño —es
verdad que le pedí algo más pero de boquilla, y tengo comprobado que lo que no le pido
en silencio no me lo concede, desde el silencio del pensamiento y el verdadero deseo.
Fue bailar toda la noche, se me olvidó cenar porque llegué algo antes de la diez, fue magia,
fue bailar abrazados como buenos amigos aún sin apenas conocernos, fue ese amor del que
no se habla porque se considera pequeño y no llena las colas de los cines —pero es el amor
que más me interesa, aunque también tengo ganas de mujer y mucha.
Pido disculpas por mi franqueza, por desnudarme tanto que temo la pulmonía, aunque a
decir verdad son disculpas literarias porque me apetece hundir mis dedos al borde de las
costillas y abrirme en canal hasta enseñar lo más hondo del corazón y los pulmones.
P.D. Si alguien cree que no viene a cuento contar estas cosas tan íntimas que me lo haga
saber en su comentario —privado o público— para contenerme un poco y hablar mejor
del sexo de los ángeles o del partido del Betis.
Cuando queráis me pasáis la factura por la cuenta —no sé si tendré saldo, eso sí os digo.