Al borde de tus párpados enmudece la noche,
que en sus alas templa mis temores.
Una luz ingrávida asoma a tus pupilas
como un sueño de música concreta.
Tu mirada se derrama en un resplandor de óleo
recamado por ímpetus de ola.
En su quietud de dársena de silencio,
de ara de fuego consumida,
la noche cede en su ciega lasitud
al familiar abrazo y al beso repentino.
Dejo así, ya tu vencida, que mi tacto adivine
el secreto misterio de tus nombres.
Mis manos, libélulas inquietas, como un rumor
de agua quebrada, buscan en el trasluz de tu cuerpo,
como un pez transparente, el delta llameante
de tus lunas de plata arrasada.
Pegadas firmemente a tu costado, hallo
tus cuatro esquinas y mis vidas de gato.
\"Islas errantes\" (2018)