La noche, devoraba el ambiente,
las ventanas, abiertas, giraban
lentamente, por entre los arboles
arremolinaban viejos pensamientos
La habitación estaba oscura
un senil reflejo mecía
en la hojas del húmedo jardín,
cerca, las olas rompían la eternidad
Aroma a jazmín penetrante, envolvía
la existencia estática, muerta,
crujían algunas vigas del techo,
sonaba la respiración, inquieta
Ella acercó sus labios y me rozó,
una sensación húmeda, templaba
mi rostro, mis brazos, mi realidad
desde el rastro de saliva, suave
Su voz optimista quiso despertarme
de mi sensación de abandono,
de lujuria contenida, de inquietud,
mas, a mi alrededor… ¡nadie!.