Shalom Aperrigue Lira

Soledad

La soledad recorre por mi espalda gota a gota. 

El vapor obstruye mi visión y siento que el aire en mí se escapa. 

Mi corazón se agita con el bramar del mar y se despide al ver el atardecer.

La soledad se instala en mi cabeza y observa atentamente qué sucede cuando mi cuerpo parece una coraza de metal de la cual no puedo escapar.

Cuando el dolor se convierte en un amigo asiduo y el sueño perturba mis funciones.

La soledad está allí, en cada esquina.

Al levantarme la veo abrir mi puerta, al comer la veo a mi costado y al descansar la siento en la nuca.

Por qué me persigues tanto, ¡Oh, soledad!

Mis pies no son de hierro, pero parecen serlo cuando caminas a mi lado.

¿Algún día seré digna de tu compañía?