Siempre te he tomado entre mis manos,
como se atrapa el agua del mar,
que se se puede alejar
cuando menos lo pensamos.
Siempre te he sentido mía,
no solo por que lo digas,
sino por que lo prodigas,
con besos y alegrías.
Ser amado, ¿Quién no lo desea?
¡Pues yo tengo ese privilegio!
Y es que tu amor es tan regio
aunque el mundo no lo vea.
¡Mi esmeralda, mi rubí color del fuego,
mi ágata cafecita!
La que destruyó mi ego,
desde la primera cita.
Poema de Bernardo Arzate Benítez