aris del rey

a María Eujenia 1

El 27 de mayo de 1973 nació ella, de padres inmigrantes

quienes no sabían, ignoraban que sería reina de dolores,

reina de algunos corazones por que no se apartaría de

ella la espada como de su trasero las nalgadas y de su bo-

ca el alcohol.

 

Es morena ella de brazos cortos, cabellos acordonados por

lo malos que son ( en un mundo donde la química del cabe-

llo es la empresa más cotizada; me dicen son mujeres bellas

la que esta más pintada) tiene los ojos grandes rostro peque-

ño. Para sus maridos dormir entre sus piernas es todo un su-

ño. Ella es así de bella, un caballo lobo sin dueño.

 

Mi vida quedo ligada a ella por vecindad parentesco familiar,

renegada hermandad siendo la más famosa a grandes voces en

la silenciosa ciudad que mal interpretan sus grandes dotes, su

lucha por la felicidad.

 

Siendo lo más relevante de ella sus maridos, cada uno como

fieles botellas vieron sus sueños partidos; cuando se arma la

corrienda hasta sin pies han corrido. Con sus manos en sus

manos el sordo ha visto lo que nunca nadie ha oído.

 

El primero de ellos, el iracundo; él que tuvo que tragarse sus

dientes, al principio eran flores bellas luego armas punzantes

y delincuentes. Si ellos llevaban una buena relación solo esta-

ba en sus mentes, lejos de una gran conjunción no había gra-

cia ni suerte.

 

El segundo de ellos, el enfermo, donde su vida la envuelve,  le

había hecho tantas maldades que no sé como duerme. el hom-

bre veía por sus necesidades, pues su cuerpo amó, dio un hijo

luego murió.

 

De ahi uno que otro (relaciones fugases) cerveza  hirviendo en

su garganta donde solo se oían los gases, musica bohemia en

sus labios, eran malos sus enlaces.

 

Siempre habría su boca para juzgar su mala suerte allí en el bar

de locas, bar de perversos y muerte. -Todos los hombres que he

tenido en mi haber son pegajosos; todos los que pueden tenerme y ser-

me fiel son pues dichosos. A nadie le he hecho mal, pe si de un hue-

vo comieron siete para los otros huevos la cuenta como va a au-

mentar.

 

En un verano se deshizo del policía y el haitiano y llego otro char-

latan a su vida quien cayo sobre ella, como las moscas caen sobre

la comida; de ahi golpes en la cara, me apenas ver sus ojos que no

sé como miran.

 

En las parrandas es cine por ciento la mejor; sus relaciones una bom-

ba atómica en expansión. Ella es así de bella, bello dolor.