La fuerza de tu hipnótica mirada ruboriza y aclara mi mente,
ya que de repente todo el mundo en un torbellino de olvido se sumerge,
y yo me zambullí en tus atrayentes ojos hermosos
con el placentero y relajante sonido de tu canto majestuoso,
pues hábilmente con tu voz tocas y pules con calma
las cuerdas oxidadas y maltratadas de mi alma.