Por una esquina
se cuela tu figura
en mi recuerdo.
¿Es añoranza?,
me digo y me pregunto,
porque es muy raro.
De todas formas,
te invito a que me sigas.
Cierra los ojos.
Vamos al bosque,
busquemos a los robles
y los hayedos.
Allí podemos
bailar entre las hojas
y sus colores.
Los pies descalzos,
igual que las miradas
y las caricias.
Hay fina lluvia,
con gotas del rocío
desde las ramas.
Viene mezclada
con hojas encantadas
que nos subyugan.
Dejan amor,
candor efervescente
y mil suspiros.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/02/22