Traes contigo
una nube en la noche y el eco de una lágrima,
el templado humo
del carmín sobre los labios,
unos besos
con aroma a madera y a sal,
y unos lápices
de colores para dibujar sonrisas.
Ya no buscas
el reflejo del mar en los tejados,
ni la fugaz sombra
de las tórtolas entre las agujas de los pinos,
ni a la niña
que es extravió al paso del cometa,
pues su nombre
se perdió y el mar no la devuelve.
Ya no te asomas
a los balcones con vistas a noviembre,
ni dejas tu huella
en los jardines donde el amor ha reposado,
porque sabes
que el otoño tiene el corazón oscuro de los estanques
y late
con el fragor de abatidas áncoras,
o como la muerte
si acaso pudieras nombrarla.
Hay barcos
hundiéndose al norte de tu espalda,
invisibles luciérnagas
coronan tu nombre con su luz diminuta,
tus manos impacientes
inventan tempestades y quiebran el ocaso,
y en tu pecho
resuena la soledad
como un ánfora ciega de llanto y escarcha.
Si supieras
de estas horas traspasadas
de tardes con ventanas
y desgastadas heridas de hojarasca.
Si supieras
que hay árboles soñando los poemas
y que los espejos están poblados de palabras.
¿Qué dirías?
\"Pájaros de niebla\" (2022)