La resistente losa
no soportó el peso:
pena, indiferencia,
traición, distancia,
alejamiento.
El acero se quebró,
y yo creí mi corazón
duro, blindado,
contra todo…,
y su estructura cedió;
destruiste sus cimientos.
Todo tipo de armazón
se resquebrajó
con un dolor agonizante
en alma…,
en sentimientos.
Fuiste sin dudas el ser
que apuntó
con inclemente dispositivo,
y desmaterializó
el cuento.
No sirvió
ni protección, ni experiencia,
ni ciencia,
ni conocimiento.
Solo queda el pesar
de tu acción premeditada,
volver a ponerse firme,
avanzar,
vivir…
hasta que pase el tormento…