Siempre soñé con unos brazos
tiernos y llenos de amor
que me acobijarán con la mirada
de una noche constelada;
y que cada día
fuera la melancolía
de un infinito que sueña
con la eternidad de un amor
que nunca se acabará;
pero fueron tus ojos
el silencio de una dinastía,
que rogaba por los misterios
de un idilio que pedía
que tus lágrimas
fueran las perlas de la vida...