La mar infinita duerme conmigo.
Me mece, en su cuna de soledad,
saladas nanas me cantan las olas
mientras duermo…sueño, en libertad.
La mar, como nadie, intuye, sabe
de penas, tristezas y desesperos…
-escuchad-.
Promesas y juramentos se lleva
al mausoleo de su profundidad.
La mar, compañera de navegación
a veces sonríe, a veces con crueldad,
me salpica las entrañas y en versos,
se cuela, con la espuma de su lealtad.
La mar, como mujer, es inmensidad.
Antonia Ceada Acevedo