Cada vez que te veo sonreír
me transmites una felicidad
que absorta mi ser al punto donde sólo
una sonrisa mía como respuesta
es capaz de mostrar lo que no podrían
miles de palabras.
Un ligero tinte rojo sobre nuestras mejillas,
tapiza la piel que resguarda las ganas
insensatas de abrazarnos una vez más
con el fin de conmemorar tiempos de antaño,
aquellos que nunca hubiéramos imaginado que
echaríamos tanto de menos en momentos actuales.
Por último, tu voz...
canal que anuncia una nueva esperanza
al bullicio perenne en mi cabeza;
los constantes estruendos se van debilitando
con cada nota que denota tal serenata
cuyo efecto es tan notorio que actúa
como somnífero ante mis demonios internos más enérgicos.
Ni siquiera ellos pueden resistirse
al encanto que ni Morfeo se comparó
para finiquitar mis noches de insomnio
más profundas y eternas.