Ya entrada la tarde,
me perdí en las nubes,
en un azul cielo finito.
Entrada la tarde en apatía,
te he topado en la banca
que mi mente dibujo vacía.
Roto el silencio con tu hola.
Mi timidez amurallada
arrollada y revuelta por las olas.
Te vi desconsolado.
Con tu sonrisa juguetona
yo respondí ensimismado.
Me detuve por completo
ante tu mirada avizora.
Impulsando la causa y el efecto.
Fue la causa el no poder irme,
un pretexto perfecto para oírte.
El quedarme fue conocerte.
El conocerte fue dicha
y la dicha el efecto
que me llevo a quererte.
Todo por aquel día,
en que mis ojos pudieron verte.
En aquella banca vacía.