Felicio Flores

La máscara

Uno deja en casa la máscara que no quiere que el mundo vea: 

colgada en la pared, sobre una silla llena de ropa; 

en la mesa de la cocina, en algún lugar donde ningún ojo la pueda ver; 

ni siquiera el de los ciegos. 

 

Lo cierto es que allí se queda una parte de uno y uno ya no es 

uno mismo en su totalidad.  

 

Todos los días el mismo rostro con una máscara diferente, 

hay que tener el espíritu fuerte para que todo te afecte 

y nada te altere. También hay que tener una lengua resistente 

y una mente estable para escucharse todo el día. 

 

Cuando uno regresa a casa exhausto de actuar tanto, 

se pregunta qué tan bien lo ha hecho; sentado en el sofá 

de la sala mirando el techo.

  

Uno se pone la máscara verdadera y por fin es uno mismo, 

sin que nadie lo vea; por supuesto. 

 

Felicio Flores