Las noches fueron danzas despidiendo al sol,
al aire libre, bajo el negro de encanto
con tenues luces a lo lejos,
intentando describir los pensamientos
las imágenes que, entre sombras,
asomaban su embeleso
Las noches plenas, intactas del poeta,
con su coreografía de astros
alrededor de un sol inmóvil que fallece
transmutando en luna nueva
como pliego blanco para escribir los versos
Las noches que olvidaron los nombres
para reemplazarlos por flores
y cubrirlos de aromas que llenan los vacíos
hinchando el latido,
agitando el pulso,
alterando la respiración,
cuando entre sombras se perciben las fragancias
que adivinan el deseo y presagian la entrega
las noches de los amantes, de pieles doradas
de pupilas esféricas, plenas de asombro
sucumbiendo al fulgor del gemido
a los labios de arco que calcinan e inflaman
con tan solo el roce del aliento en la sien
Noches de sedas, de brumas y abrigos
de crepitar de latidos,
como relámpagos y tormentas
de secretos y nieblas en el cielo oscuro
De astillas y cenizas que quedan tendidas
con nuestros cuerpos desnudos
en las entrañas del océano
cerrando nuestros párpados
hasta que la noche muera