José Luis Barrientos León

Nuestras noches

 

Las noches fueron danzas despidiendo al sol,

al aire libre, bajo el negro de encanto

con tenues luces a lo lejos,

intentando describir los pensamientos

las imágenes que, entre sombras,

asomaban su embeleso

 

Las noches plenas, intactas del poeta,

con su coreografía de astros

alrededor de un sol inmóvil que fallece

transmutando en luna nueva

como pliego blanco para escribir los versos

 

Las noches que olvidaron los nombres

para reemplazarlos por flores

y cubrirlos de aromas que llenan los vacíos

hinchando el latido,

agitando el pulso,

alterando la respiración,

cuando entre sombras se perciben las fragancias

que adivinan el deseo y presagian la entrega

 

las noches de los amantes, de pieles doradas

de pupilas esféricas, plenas de asombro

sucumbiendo al fulgor del gemido

a los labios de arco que calcinan e inflaman

con tan solo el roce del aliento en la sien

 

Noches de sedas, de brumas y abrigos

de crepitar de latidos,

como relámpagos y tormentas

de secretos y nieblas en el cielo oscuro

De astillas y cenizas que quedan tendidas

con nuestros cuerpos desnudos

en las entrañas del océano

cerrando nuestros párpados

hasta que la noche muera