A veces, cuando la oscuridad se asoma por la ventana, me pregunto si tendré la fuerza suficiente para darte todo el cariño que mereces.
Porque mereces más de lo puedes ver o de lo que te puedo dar.
Y me pregunto si podré, al pedirle a las estrellas con todas mis ganas, ser suficiente para ti.
Y entonces, llenar tus noches de soledad con el calor de mi cuerpo, y quizás despertar abrazada a ti, para darte un beso tímido y torpe, y decir algo tonto que te haga reír.
A veces, cuando la tristeza toca mi puerta, me pregunto si seré lo suficientemente valiente como para salir y comerme al mundo de un mordisco.
Solo por ti y para estar contigo.
Me pregunto si podré, al pedirle a la luna con todas mis fuerzas, protegerte de todo aquello que te pueda lastimar, incluso si soy yo.
Y entonces, hacerte ver que mereces el cielo y la tierra, el mar y el espacio,
Por toda esa sangre derramada en aquellas batallas donde te encontrabas sola, y no veías camino para volver a la luz.
Y sin embargo aquí estás, con la sonrisa más preciosa que puedas imaginar, y los sueños más encantadores que puedas pensar, y la fuerza suficiente para seguir viviendo.
Porque no todos somos tan fuertes.
A veces, cuando el amor invade mi habitación y siento que me asfixio, me pregunto si tendré la energía suficiente para levantarme de la cama y compartirlo contigo.
Me pregunto si podré, al rezarle a este dios tan indiferente, mostrarte lo magnífica que eres ante mis ojos.
Y entonces, llenarte la cara de besos, susurrarte al oído lo mucho que te quiero, agarrarte de la mano y llevarte a un mundo donde puedas verte como te veo, decirte te amo, aunque me mate la pena, y como me mata.
Porque quizás, tal vez, no podré darte el sol, ni la luna, ni las estrellas, quizás, tal vez, no podré borrarte toda la pena, pero al menos intentaré hacerte reír todos los días, porque si de algo estoy segura, es que mereces ser feliz en esta vida.
A veces, cuando el miedo me nubla la vista, me pregunto si seré lo suficientemente hábil para esquivar todas esas preguntas que me hacen dudar.
Me pregunto si podré creer en el nosotras que formamos día a día, tras cada abrazo, caricia, beso...
Y es que al final estoy quedando tan empapada de ti, mi mente se está llenando de tantas cosas sobre ti, todo se ha estado manchando de ti y entonces, me sumerjo en una búsqueda de mejoras contigo como motor de este machacado corazón oxidado y es que a veces es tan grande la alegría que siento en aquellas horas que estoy contigo, que se sienten como escasos minutos, y al momento de decirnos hasta luego, me da tanto miedo de que no exista, así que opto por abrazarte de un costado, como para fundirme en tu costilla y no soltarte jamás, porque cuando estás, es como si la vida fuese un poco menos mala, y cuando no estás, es como si toda la maldad del mundo volviera a renacer, y es tan extraño que por eso a veces, no dejo de preguntarme cuándo fue que te convertiste en mi oxígeno, y en qué momento te entregué mi corazón en bandeja de plata para cuidaras tú de él.
—Limoneyes