LARGA NOCHE
El cigarrillo al pulmón mata u atrofia.
La calle inquieta lo fatal presiente.
Con sabor a nicotina y alquitrán
se inspira Superman.
La curia va alborota al sacristán
y el párroco, ¡ay! Meneando la cabeza.
La viuda sonríe, la muy pudiente,
¡oh! Sonrojadamente.
Va la esposa hasta un cirio inconcurrente,
toma el candelabro y reza curiosa;
desclavada la luz frunce la ceja,
¡guiña, la rata vieja!
Tañe la campana, la más bermeja,
llega la novia, flor de primavera,
¡nadie sabe que polución desata
la mirada calata!
Novia, esposa, la viuda, ¡ni una beata!
Van, alienan su hechizo y su pudor,
se exponen entre fuegos y persianas,
¡difícil, las hermanas!
¡Qué elucubración con las campanas!
Llaman al novio, al esposo y al cadáver:
Los primeros a su ardiente escenario,
el otro al negro osario.
Santos Castro Checa
D.R.