El pastor ha decidido
bajar de la montaña,
trayendo su rebaño consigo.
A pesar de su edad, nada lo detenía,
pero el rebaño que él traía
¡No era un rebaño normal!
Era un rebaño muy particular,
de miles y miles
de gusanos de seda.
Estos gusanos tenían
pico de loro.
Cuando abrían la boca
anunciaban la verdad
y desvestían la mentira.
Sobresalían sus colmillos
y sus largas lenguas lanzaban
fuego como dragones.
Esta noticia llegó a oídos de los zares
y los puso nerviosos e intranquilos.
El rebaño y su pastor
se hicieron famosos por su rareza,
se decía que eran indestructibles
y realizaban milagros
como en las escrituras de Dios.
Los zares se preocuparon
y se mostraron ansiosos
por conocer al gran pastor.
El pastor despreció la invitación
y decidió ignorarlos por completo.
Los zares con esta noticia
se levantaron en armas,
algo les preocupaba.
En sus caras se les veía.
¿Quién sabe por qué?
Temían al pastor y a todo su rebaño.
Tal vez porque las malas lenguas
no decían cosas buenas
de este famoso pastor.
Pensaban que eran
inventos de la gente
como si fuera un mito.
Pero ya no lo era.
Los zares lo tenían
al frente de sus caras,
\"aterrorizados\".
Decían las malas lenguas,
por donde esté pastor pasaba
con su rebaño,
la desgracia lo perseguía
como su sombra.
Él no recibía regalos,
ni compraba amabilidad
y menos por parte de los que le temían.
Él no era bienvenido
en ningún sitio,
pero nadie se atrevía
a detenerlo.
Cada vez que pasaba
por tierras fértiles,
un desierto dejaba a su paso