El piano demacrado se trasiega,
va viajando en sus acordes a su exilio,
se lamenta en la antesala del agobio,
se ha dejado derrotar por la impotencia.
Puedo oír un sollozo derramarse…
sigiloso y desvalido.
Se ha colado en el ambiente con su triste melodía…
saturando de una sombra indulgente…
los rincones más extremos de la angustia.
Ha llenado mi vacío de un aroma desabrido,
con su canto imaginario que deambula por los sueños,
inconsolables,
temporales.
Se hacen lentos los suspiros…
como voces de un castigo que se escapan del contexto…
evadiendo el sufrimiento que ha dejado tu abandono.
Me he subido a su inclemente sinfonía,
a esperar que algún milagro nos reencuentre…
en el ritmo doloroso de su imagen deslucida.
Aquí espero que me envuelva con su manto de delirio,
y me colme de remotas añoranzas.
Me he rendido a mi ansiedad,
languidecen los recuerdos impotentes.
Navegando en su música de encanto…
voy tratando de flotar en la esencia de su magia…
al compás de cada nota que se escucha en el ambiente.
Desfallecen sus arpegios poco a poco…
agonizan lentamente,
va aferrando su tonada a la existencia,
pero ya su destino está dispuesto…
se hace lento,
más pausado cada instante,
ya sin fuerza en cada tecla…
enmudece…y luego muere,
calla.