RICARDO V

Estatua a la esperanza

He visto como caían

gotas de lluvia en tu pecho.

Eran lágrimas de vida

sobre una piedra dormida

en el pantalán del puerto.

 

Te he mirado y he sentido

como volvían recuerdos

de los amores vividos

que ni el tiempo ni el olvido

lograron librarme de ellos.

 

Eres la esencia y el alma

de una promesa incumplida

y ahora miras callada

con lágrimas en la cara

en una eterna vigilia.

 

Me marché hacia el horizonte

prometiendo regresar,

más la prisa de ser joven,

pecador en los valores,

me hizo rápido olvidar.

 

¿Quién diría que esperabas?

¿Quién supuso de tu amor?

La espera fue demasiada

para quien ama y amaba

con tanta consagración.

 

Tu tiempo quedó en el tiempo

junto a tu lumbre y la vida,

dejándote los lamentos

de quien no alcanza el momento

que la esperanza le brinda.

 

El puerto fue tu existencia.

El sol y el mar confidentes.

Te convertiste en la estrella

que en las noches de tinieblas

guía a los barcos que vuelven.

 

Con la esperanza en crespones

abandonaste la vida

y en tu honor los pescadores

te erigieron con honores

esta estatua que hoy me mira.

 

Y aquí estoy, amada mía,

aunque tarde y con dolor.

He vuelto tras una vida

que al verte siento perdida

para pedirte perdón.

 

Mando al cielo una plegaria,

pido un ruego y pido a Dios,

que no quiero ver tu cara

con lágrimas derramadas

porque el que llora soy yo.