Gonvedo

EL HOMBRE CENTENARIO / EL DESTINO

Fié mi suerte al fuego de las centurias

porque así la luz engendra cósmicos sueños,

y amanecí con la sed de las orillas

que delirantes miran al vacío

y se empañan de aguas repentinas.

Conocí el amor como una flor recién abierta

que descubre el manantial aroma de la lluvia.

Un cisne sopló en mi oído su nombre,

y amé, y amé, hasta sentir el frío del olvido.

Ardor, todo era ardor, y que hermosamente florecía.

¡Ah, despiadado amor, que lento me devoras!

Era entonces aún joven e inmortal,

pues parecía la parca descuidada,

crecía con la insensata furia de las turbas

y guardaba para mí el bíblico diezmo.

Esbelto y firme, me declaraba invencible,

sinergia del mismo universo mundo.

Ahora espero al hombre que se fue,

aquel dios de pecho agujereado,

como un Cristo amarrado a las cadenas,

pero envanecido hasta no reconocerme.

Diría que no nací para el mundo,

pero una y otra vez repito mi destino.

¡Ah, si entonces supiera que la muerte nunca miente!

 

\"Pájaros de niebla\"   (2022)

 

 

Quizá el destino

no sea más que una palabra dejada al descuido del azar,

la desnuda ingravidez de todo origen,

el silencio perpetuándose como una coda de lluvia,

un peso con espasmos de vacío,

el presagio de un ave sombría perfilándose bajo un cielo vertical,

el tonante murmullo de la piedra,

el sórdido desplome de una lágrima,

un resplandor de pólvora como difuso latido de la noche,

una remota península en los cielos,

las aguas divididas de la tierra...

 

Quizá el destino

no sea más que la vida como caudal y única certeza,

un pretexto para vivir a un paso de la muerte,

una ocasión para apurar el amor con los ojos cerrados.

 

 

\"Islas errantes\"   (2018)