Margarita García Alonso

None

None: una ciudad de Italia. I


Una ciudad de Italia,
de apenas siete mil novecientos
y algunos habitantes llamados Nonesis,
bajo el patronado de San Lorenzo,
y el código de correo 10060, advierte,

para llamar preceda los números 011
pero nunca suenan los teléfonos.


Aunque repiquen las campanas en Piémont,
en todo Turín se extravía la sombra
que ha avanzado viaje por Orbassano,
Volvera, Candiolo, Piobesi Torinese,
Airasca, Castagnole Piemonte, Scalenghe,
lugares nombrados por cabalistas
de dudosa reputación
que han transformado el espacio de mi cuerpo
en la jerigonza alucinada del tren que pasó.

 

None: un pueblo de Senegal. II


Perdido en las cercanías de Dakar,
el megalito de Senégambie
resguarda las almas en pena
antes de esparcirlas en forma de conchas
en la isla de Fadiouth.


Not one, not any _ ninguno
No one _nadie con voz áspera,
posiblemente rudeza pura,
desafía el alarido de los acantilados
que escriben fantásticas deformidades
mezcla de sibilinos cantos de corifeos
y aullidos del diablo.


La única manera de saber
a quién pertenece el canto

son las pastillas de adormidera
que encuentro a diario en la prensa.


None íntimo. III


Not one, not any _ ninguno
No one _nadie sabe zurcir
el ojal donde la natura libera
a la madre.
Hueco teje, entreteje,
la justa medida del cuerpo
-de cartón el patrón

patrón de costurera que cincela traje
repara respiración
sana cursi amor
amor sin Roma,
sin camino
para pasear duda
de potencias estriadas.


Desfilachada cabellera,
desvelada en batalla

de insolvencia.


Poco estima la armada
a la víctima deshecha,
el fino paño manchado
casi tan blanco como la infancia.


A ganchillo la condena:
no regresen si son débiles.


La Tierra ha dejado de ser
el astro que besa celajes,
en tormento gira
pesadilla de limbo,


y tú, sobreviviente
de antiguas contiendas,
impotente al amanecer
repites: el amor blasfema.
None, none, 

cero cabalistas.


En la oscuridad ajena,
en la ínfima plaza
escasa luz, el eco repite
None, none,
y pide perdón.

Ninguno, nadie sabe
lo que escucha.
Pero al final haréis
todo lo contrario
y os espero,
tijera a la mano.

 

del cuaderno - La costurera de Malasaña, Editions Hoy no he visto el paraíso, 2012
He de tomar consejo de todos, la fibra rota, el paño ligero para confeccionar el
lienzo que me arropará la eternidad.