“Son estas cuatro paredes las que tanto me hacen pensar”
es el comienzo de un viejo poema escrito hace 41 años,
una tarde gris…fría de sábado o domingo,
un café que invitaba a la soledad
y la firme desición de escribir,
lejos….tan lejos hasta de la realidad
Una mesa enchapada de cedro pegada junto al ventanal
el humo del cigarrillo, el vapor del café...
fantaseaban figuras que se perdían en la nada
era un aroma de nostalgias…
Cada tanto una pausa, respirar silencio…
cambiar mi posición ante la incómoda silla
y otra vez escribiendo…
el viejo reloj… y su música del tiempo
marcaba mi ocio, mi melancolía…
Ese cuadro, aquellas tardes guardadas en mi corazón,
un trofeo, tiempos de recuerdos, de encontrarse con uno mismo
“ Dios, la vida…tiene una sorpresa en tu camino
cuando menos lo esperas y cuando más lo necesitas”
como reza mi vieja frase de la vida.
Pude volver!!... fue como enamorar mi ego,
aquellos edificios con tanta historia,
el paisaje era un silencio que lo quebraba el trino de los pájaros,
tanta felicidad!!, la Plaza de armas, la Plaza cubierta majestuosa!!
aquella formación que se formó para nombrarme “Conscripto de Honor”.
Como detener mi llanto con aquel gigante ventanal!!
esos vidrios repartidos…que a través de ellos
mi mirada tejía sueños, ilusiones…
La memoria tiene la capacidad de transportarnos,
convertir en felicidad un pasado,
de buscar la razón de nuestra personalidad
y encontrar en el presente lo que somos hoy en día.