Sentí el beso helado de las olas en mis pies…
estaba frente al mar…
mirando fijamente su fastuosa y púrpura inmensidad.
Caí en el hechizo de su alborotado vaivén…
que iba y venía jugueteando a escurrirse…
sin dejarse atrapar.
Estaba ahí contemplando el oleaje enfurecido,
parecía irascible por instantes…con su desafiante actitud,
pero en el filo de la costa …su impetuoso frenesí…
se advertía vencido,
y sobre la arena moría su iracunda excitación.
A pesar del atolondrado escarceo…
se percibía en el ambiente un envidiable deleite…
que cubría el crepúsculo…
con un manto de sosiego…
embrujante,
de un poder sobrenatural.
El mar…
tan elocuente como indiferente,
enigmático y misterioso…
como igual de transparente y evidente,
con su solemne talante de incontenible.
Tan profundo como un abismo…
y sereno como insondable.
Me seduce y me convence,
me prende de su encanto…
y me dejo llevar sobre sus aguas…
al vergel de mansos delfines.
Me hundo en el terruño de los corales,
donde habitan peces teñidos de arcoíris…
e inmóviles crustáceos…inanimados.
El mar…
de asonancias constantes adormecentes…
y relajantes cánticos náuticos a la luna,
que atrapa con sus artificiosos oceánicos,
se despliega su esencia en la brisa…
y en el meneo de sus embates…constantemente…
como los latidos de mi pecho…
al mismo ritmo.
Amo el mar y su vigor,
me gusta su elemental manera de ser…
su singular forma de latir…y de sentir,
su enigmático suspirar… al no dejarse notar.
Me emociona su forma indescifrable de vivir…