En medio de la noche, con aire soñoliento,
camino por la calle con paso apresurado;
de pronto y con tristeza, quedándome asombrado,
la miro desde lejos, cansada y sin aliento.
Me quedo contemplando su rostro macilento
y vi que su belleza se había marchitado;
y viene a mi memoria las horas del pasado
que llenos de ilusiones de mi alma fue alimento.
Mirando su figura, que otrora fue mi encanto,
me digo con nostalgia: ¡Que justo es el destino;
me abandonó por otro, después de amarla tanto,
y ahora está pagando su engaño tan dañino;
que un día me llenara de amargo desencanto
haciendo de mi vida sombrío torbellino!
Autor: Aníbal Rodríguez.