Que yo también me voy.
Te encuentro en cada cosa
tan hermosa que deliro
en el sitio y no me acosan
pensamientos de suicidio.
Con la tarde cae el sol
y me encuentro a gusto
a bordo de mi propia ensoñación
y los ojos del cielo se humedecen
y echo un trago
y el mundo juzga
borracho, bastardo, mestizo,
niño hechizado por un glifo.
Surge de mi paso
el que continúe el camino
que sigo hasta perderme
por sitios muy lejos, ido,
con el pensamiento en lo que escribo
entre el humo,
líneas que vendrán a continuación;
música y, probablemente,
a muy alto volumen,
rúbrica de un espíritu incívico,
de uno que es en sus trece
él mismo fumándose
un porro con sus amigos,
que cogen y llevan
disco a donde vayan
tras tantos portales.
Lluvia en pendiente
Me siento sobre conceptos,
solo conmigo como único amigo
por dentro.